El pasado mes de marzo realicé mi Erasmus en Bruselas, en el INSAS (Instituto Nacional Superior de Artes Escénicas y Técnicas de difusión). Durante 5 días, y gracias a la generosidad de la gente que lo habita pude conocer un maravilloso edificio tan histórico (Antiguo banco Congo-belga) como laberíntico, donde perderse es descubrir y donde se respira “SEPTIMO ARTE” en estado puro.
Con sus más sesenta años de existencia el INSAS cuenta con una buenísima reputación en los campos del audiovisual y el teatro tanto en Bélgica como en el extranjero. Todos los años entran en la escuela estudiantes de todas partes del mundo, abriéndose así a la diversidad de culturas y experiencias humanas. Sólo una cosa tienen en común todas estas personas: EL AMOR POR EL CINE.
En los cinco días que estuve allí pude comprender, entender y masticar la forma de trabajar del centro, no sólo a nivel pedagógico (muy diferente al nuestro- pocos alumnos, clases pequeñas, seminarios específicos con profesionales en activo etc.) sino también a nivel organizativo.
Asistí a clases teóricas, disfruté de los rodajes de proyectos finales, me dejaron entrar a reuniones de programación del curso 23/24 y otras muchas cosas más que han llenado mi libreta de nuevas ideas aplicables a nuestra realidad cotidiana.
Me llevo sólo cosas buenas de esta movilidad, pero sobre todo me guardo para mí el calor humano y la empatía desinteresada de esas personas que hicieron de mi ERASMUS una experiencia enriquecedora tanto a nivel personal como profesional. Me quedo con una imagen/momento: las sala 35mm (sala de cine) a oscuras y un pase privado para ver el resultado de tanto cariño y empeño de esta gente para que las cosas salgan bien, muy bien.
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